Selva Amazónica, Ecuador - Valeria Jaramillo | Fotografía artística y publicitaria

La selva, nuestro pulmón

Volvernos conscientes implica entender un poco más como funciona nuestro ecosistema. Entre los distintos viajes de autoconocimiento que he realizado, aprendí que la región Amazónica del Ecuador es de las más influyentes y aleccionadoras. Esta región de aproximadamente 120,000 km2, cubre el 48% del territorio del país. Los bosques tropicales que se extienden por las provincias de Sucumbíos, Orellana, Napo, Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe son hogar de miles de plantas y animales, los mismos que producen cantidades enormes de oxígeno, permitiendo al mundo respirar y absorber el dióxido de carbono. Gracias a terribles hábitos de consumo del mundo en general, estos preciados espacios mueren día a día, y con ellos, nosotros.

 

Sentir la vida que alberga este territorio solo puede volverse real al econtrarse inmerso dentro de la selva. El intenso sonido de los insectos que se enciende al caer el sol simplifica la comprensión de la importancia de la conservación de este bello ecosistema. A pesar de que el oriente ecuatoriano comprende tan solo el 2% del total de la selva amazónica, dentro de éste mágico lugar se encuentran 9,820 kilómetros cuadrados que corresponden al Parque Nacional Yasuní, una de las reservas más biodiversas y fascinantes del planeta, cuna, entre otras cosas, del 40% de las especies de aves existentes en toda la Amazonía. La extensa variedad de fauna no deja de sorprenderme al recorrer una y otra vez los caudales de los ríos que desenbocan en el Amazonas.

 

Sin lugar a duda, de las mejores sensaciones que he experimentado se la debo a la selva ecuatoriana: una vez dentro del gran bosque tropical, las intensas lluvias que invaden y refrescan el caluroso clima que caracteriza a la región, me llenan de paz y ayudaron a reforzar esa intensa conexión con la madre tierra, y así comprender la importancia del agua para la vida. Teniendo en cuenta que la amazonía es el canal por donde fluye el 40% de toda el agua dulce de la tierra, es esta la que hace posible la existencia de una gran variedad de flora y fauna, convirtiéndose en la fuente de muchas sustancias curativas para diversas enfermedades, además de ser una fuente importante de alimento.

Es evidente que entre las consecuencias negativas que genera la sobrepoblación mundial, está el consumismo excesivo que produce contaminación, la cual pone en riesgo a los bosques, los pulmones de la Tierra. Siendo que la selva amazónica ayuda a estabilizar los efectos del cambio climático a través de la absorción de dióxido de carbono, también aporta a la protección de posibles erosiones gracias a la existencia de múltiples capas de vegetación, vitales para su conservación. Para cuidar en lo posible y mantener estable al ecosistema, la mejor forma de auto ayudarnos es volviéndonos conscientes de nuestro propio consumo, reduciendo así sus repercusiones negativas para el planeta y la humanidad.

 

 

Encontrar el norte en un sistema tan corrompido por el consumo insostenible es una ardua tarea que nos compete a todos. Que las grandes ciudades de concreto que nos rodean no nos limiten a abrir los ojos a nuestra Pacha. La tierra esta viva y sus pulmones son los bosques tropicales de la Amazonía. Volquemos nuestra consciencia para conservar un ecosistema sostenible. Para que esos amaneceres infinitos donde se respira aire puro en medio de la selva se mantengan a través del tiempo, y así la magia de éste lugar llegue a todos los corazones.

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